Despidiendo 2023
Un breve recorrido por las lecturas de este año para descansar un poco de las noticias (nunca demasiado buenas).
Llevo un par de semanas pensando qué escribir en este último boletín de 2023. Por una parte, la coyuntura política nacional se ha vuelto complicada con los resultados del referéndum consultivo y la escalada del diferendo limítrofe con Guyana. Y esta señora decidió descansar, así que casi no ha leído noticias desde el 18 de diciembre. Descartado entonces dedicar esta columna a algún tema de actualidad.
También pensé en algún ensayo corto sobre la actual crisis de las democracias desde la perspectiva de la sociología, pero las lecturas se me han hecho difíciles. Voy como atravesando un pantano, con dificultad para dar cada paso. Me encuentro en Bauman referencias a textos clásicos que yo también he leído y subrayado, con El fin de las sociedades de Touraine me asombra el retrato de nuestro acontecer político, con movimientos que en Venezuela y el mundo centran sus ideas en propuestas desde una perspectiva ética. Para Touraine, es desde esta mirada universal basada en los derechos humanos desde donde pueden articularse los movimientos democratizadores que se opongan a los designios del capitalismo globalizado.
Me inquieta, ¿cómo puede haber dialogo político si las posiciones de los actores parten de absolutos? Si mi perspectiva parte de lo que es ético, entonces por definición, la postura de mi adversario, en consecuencia, es no ética. No entiendo cómo puede haber entonces reconocimiento, cómo se puede lograr acuerdos. Quizás Touraine tiene una respuesta para esto. No lo sé, me faltan más de 500 páginas por leer y este diciembre no he podido centrarme en terminar este libro.
He empezado este año muchos libros que no terminé. No solo este ladrillo de Touraine, también Daños colaterales de Zygmunt Bauman. Sobre desigualdad la lista de lecturas pendientes es enorme, incluyendo este último libro. La empresa me abruma por las coincidencias y las repeticiones, pero aun no doy con el ángulo que me permita que todo aquello pueda calzar. Creo que es mi tarea prioritaria en 2024. Voy a necesitar mucha disciplina para leer y releer, tomar notas, pensar y encontrar una racionalidad.
Pero este tema que es, si se quiere, el principal proyecto que me propongo no ha sido el centro de mis lecturas de 2023. Fue un año de muchas relecturas. Por la publicación de Mi padre, el Aviador y de una conferencia que había dictado hace un par de años sobre memoria y justicia, volví a leer varios de los libros con los que había trabajado durante el proceso de escritura entre 2020 y 2021.
En cuanto a narrativa, este año seguí leyendo a Annie Ernaux, creo que ya he leído todo los libros suyos que se han traducido al español. Este año fueron La mujer helada y El uso de la foto. Ambos me gustaron, con el primero me sentí profundamente identificada. Pero ninguno ha superado el impacto que me causó Pura pasión o El lugar, los primeros libros suyos que leí.
También tuvo un lugar importante este año Ana Teresa Torres. Leí La escribana del viento y La fascinación de la víctima. Este último me gustó especialmente por la estructura, cómo a través de los ojos de una psiquiatra vamos poco a poco adentrándonos en la historia de una familia aparentemente ejemplar. Ya había leído otras tres novelas suyas (y aún me quedan muchos libros pendientes). Los libros de Ana Teresa los pueden encontrar gratuitamente en su página web. Y estoy cerrando el año releyendo por enésima vez Ana Isabel, una niña decente de Antonia Palacios. En este afán de escritoras venezolanas y relectura, ya tengo en mi kindle Ifigenia y Memorias de Mamá Blanca. Creo que con esas lecturas empezaré 2024.
Como todo texto que se escribe a finales de un año, me toca hacer mis propósitos de enmienda. En general, este año he estado muy indisciplinada, haciendo esfuerzos enormes para leer y para escribir. Me inscribí en un taller que se llama “Productivity week”, esperemos que me ayude a hacer una reorganización que necesito con urgencia. En esto de la disciplina, este newsletter también pide auxilio porque sale cualquier día del mes; los lectores no pueden tener certidumbre de cuándo llegará a sus correos y yo tampoco tengo una fecha en el calendario que me persiga y me obligue a trabajar esto con disciplina. Así que el propósito para el año próximo es mantener la promesa de un texto al mes, pero ahora con periodicidad fija: el tercer domingo de cada mes. Así que nos volveremos a encontrar el próximo 20 de enero.
Antes de despedirme solo me queda desearles lo mejor en el año que está por empezar y un buen ánimo para sobrellevar este mundo enloquecido.
Noticias para los lectores:
En el canal de Youtube de Editorial Dahbar pueden ver la presentación de Mi padre, el Aviador, realizada el pasado 29 de noviembre en la Feria del Libro del Oeste de Caracas.
En el podcast Strength & Solidarity leí Rodilla en tierra, un poema de Oriette D’Angelo y conversamos sobre el poder de la poesía (y de las artes en general) para hablar sobre derechos humanos.