La matraca y yo

Comencemos por el principio: yo no debería manejar. Soy una versión femenina, más joven (y ojalá más agraciada) de Mr. Magoo. Cuando era una muchacha y mi miopía estaba en todo su esplendor, si se me rompían los lentes mis amigos me llamaban Topacio. Y si bien operé mi miopía hace catorce años, también soy despistada y con problemas de comprensión espacial, esto último según diagnóstico formalmente emitido por un test psicológico. En resumidas cuentas, Rumildo habría podido inspirarse en mis hazañas al volante, pero afortunadamente para aquella época yo era aún una niña feliz, inocente de lo que acontecería al crecer y volverme conductora.