La tradición y el cambio
Las tradiciones nos ayudan a recordar que pertenecemos, pero el cambio es necesario para adaptarse y seguir viviendo.
Este último mes ha sido extraño. Mucho trabajo y mucha angustia, como siempre: el mundo sigue enloqueciendo, la represión en Venezuela ahora incluye entre los detenidos a un compañero de nuestra organización y a académicos con los que he trabajado. Además, la muerte se acercó con la repentina partida de una querida amiga de la juventud. Si me centrara en esos temas podría escribir una de mis cartas más tristes.
Sin embargo, este mes me han pasado también otras cosas. Por ejemplo, volver a contactar con la tradición. Ayer fue la confirmación de mi hijo menor y es inevitable recordar mi propia confirmación hace ya tantos años. Es el mismo rito, con el mismo significado. Pero, aun así, hay cambios. Ahora la ceremonia es en las canchas, innovación de los tiempos de pandemia que llegó para quedarse. Ahora hay pantallas para que se vea de cerca lo que pasa frente al altar. Hay transmisión en línea y la familia en el exterior pudo ver al peque pese a la distancia.
Hay cambios menos tecnológicos, como la música. Imposible olvidar el viejo órgano que acompañaba nuestras misas en aquel tiempo; sonaba bastante mal y era casi imposible cantar acompasados con la música. Siempre me pregunté si el Hermano que tocaba estaba demasiado viejito o si el órgano estaba desafinado. Es posible que fueran ambas cosas. El órgano sigue en la capilla, pero no he vuelto a escucharlo desde que salí de bachillerato. ¿Servirá? Ahora la música es moderna, el grupo trae hasta batería. Son otras canciones, aunque con algunas ya me he encariñado luego de todos estos años como mamá, son una nueva marca de pertenencia.
Lo más sorprendente de la ceremonia fue el sermón del Obispo Auxiliar de Caracas. Intentando explicar a los jóvenes la importancia de la fe para dar sentido a la vida en este tiempo, su descripción del presente se basaba en una cita a un sociólogo estadounidense. Aunque no mencionó el autor o el libro, yo lo reconocí.
En un mundo en que todo, incluso las relaciones afectivas, están pensadas para el consumo inmediato, para usar y desechar, la vida carece de sentido o de un propósito trascendente. Por eso, nos planteaba, es importante creer, para llevar la propia vida desde otro horizonte, más profundo. No puedo negar que estoy de acuerdo, sobre eso escribí hace muchos años ya (aquí), pero no creo que la religión sea la única forma de encontrar un sentido más allá del afán por el consumo o por la satisfacción inmediata, pero ese es otro debate en el que hoy no entraré.
Lo que me llamó la atención fue una cita sociológica en un sermón. Me recordó el vínculo de la sociología con el pensamiento conservador, cosa que ya ha descrito Nisbet en La formación del pensamiento sociológico. Pero más que eso, lo que me sorprendió es que, habiendo conocido tantos curas también sociólogos, nunca uno de ellos citó a un colega durante una misa. La historia o la situación social de Venezuela, sí. La doctrina social de la Iglesia, por supuesto. Pero una cita sociológica, nunca. Quizás, justo por ser sociólogos, tenían muy presente la distinción entre ambos roles: el de sacerdotes y el de científicos sociales. El caso más drástico en este sentido era el de Alberto Grusón, que tenía dos identidades: el profesor Grusón, como lo llamábamos en la Escuela de Ciencias Sociales de la UCAB, y el Padre Alberto, como lo conocían en su parroquia.
Los cambios del último mes no han estado solo en esa tradición con la que me reencontré.
Llevaba tiempo aborreciendo mi rutina y sintiéndome como presa de los apremios económicos, de las labores domésticas, del horario de trabajo, del país en general. Resulta que la vida empieza a moverse. Ando deslumbrada por un momento de descubrimiento: encontrar unas manos que pueden sostenerte, y lo sabes porque ya lo han hecho; que te enseñan cosas nuevas, que cambian tu forma de mirar; conmoverte por unos ojos que brillan al verte. Sonreír sin motivo aparente. He estado así y eso explica por qué llegó el día de publicar y no tenía nada escrito, ni siquiera un tema pensado. Espero sepan comprender.
Y las transformaciones apenas empiezan, vienen más.
Noticias para los lectores
Hace una semanas se publicó en Papel Literario mi reseña de Delirio Americano. Aquí pueden leerla.
Que belleza, que viva el amor.