Sobrevivir al miedo
La represión se intensifica a niveles insospechados en pocas semanas después de las elecciones presidenciales: ya no son solo detenciones masivas en los alrededores de las protestas.
Mi despertador suena los domingos a las 5am desde el pasado 28 de julio. Y es absurdo, porque los muchachos están de vacaciones y no necesito pararme a las 5 ni siquiera de lunes a viernes. Pero en cuanto vuelvo a la rutina de trabajo y la angustia de las noticias, se me olvida desactivarla. Lo más triste es que igual me despierto a esa hora o antes desde que empezó a desatarse la represión masivamente. El miedo me tiene insomne y con pesadillas. Pero quizás es mejor empezar esta historia desde el principio.
Salimos los venezolanos a votar masivamente el pasado domingo 28 de julio. Pese a los pronósticos más pesimistas, de que la asistencia a los mítines de Edmundo y María Corina no necesariamente se traducirían en votos, pese a que a Edmundo no lo conocía nadie apenas 4 meses antes de las elecciones, pues la gente sí identificó esa tarjeta entre las mil fotos de Maduro y las de otros candidatos supuestamente opositores (pero cuyos diputados en la Asamblea Nacional se sumaron al PSUV para aprobar por unanimidad la ley contra las ONG). Y el sufrimiento acumulado por años sí se tradujo en voto masivo castigando al gobierno.
Como ya sabemos quienes hemos seguido la coyuntura política por años, María Corina Machado está convencida de que el gobierno siempre ha ganado las elecciones por fraude, así que su equipo técnico tenía organizada una logística impresionante para demostrarlo. No solo testigos en las mesas de todo el país (algo que para muchos era imposible de lograr), sino además un dispositivo tecnológico eficiente para escanear y publicar las actas de votación antes de que pasaran 48 horas del cierre de las mesas. Un trabajo brillante, sin duda.
Y supongo que también estuvo preparado que en la noche del 28J Omar Barboza, pidiendo mesura al gobierno, haya anunciado que solo tenían el 25% de las actas. Aquí vale la pena resaltar que la ley establece que los testigos de todos los partidos tienen derecho a copia del acta de cada mesa y en la reciente elección presidencial la orden del CNE era no entregar las actas, lo cual generó las primeras confrontaciones y protestas en la misma noche electoral. El gobierno, suponiéndose cómodo por haber logrado su objetivo de impedir que hubiera pruebas sobre cuál había sido la votación real, anunció entonces la victoria de Maduro.
Antes de que se presentara el conteo de votos del comando opositor, el lunes 29 amanecía Caracas en silencio. Un silencio que no puede compararse ni con un primero de enero. Yo diría que era solo comparable con los días de pandemia en los que no había ni un carro en la calle. En la mañana comenzó un cacerolazo en Petare que se extendió por toda la ciudad y todo el país. Pronto las protestas por el fraude empezaron a adquirir un fuerte carga simbólica, destruyendo los afiches de la campaña de Maduro y tumbando estatuas de Chávez. La distinción entre chavismo y madurismo parece ser importante solo para el chavismo disidente y para el progresismo latinoamericano y latinoamericanista que sigue enamorado del mito revolucionario. El pueblo venezolano, a punta de sufrimiento masivo, ya bajó a Chávez de los altares.
Con las protestas llegó la represión. Maduro ha anunciado 2000 nuevos presos, la construcción de nuevas cárceles y el inicio de un programa de reeducación que incluiría trabajos forzados.
Hasta el 17 de agosto, el Foro Penal Venezolano había documentado 1.416 detenciones después de las elecciones, de las cuales solo 58 personas habrían sido liberadas. Este monstruoso total se incluyen 126 adolescentes, 188 mujeres y 17 personas con discapacidad. En la documentación de Provea, tenemos registradas 45 detenciones de dirigentes políticos de todos los partidos de la Plataforma Unitaria (incluye al menos 5 alcaldes y 1 concejal en ejercicio de sus funciones), 7 funcionarios públicos, 6 periodistas, 4 defensores de derechos humanos y 1 dirigente sindical. Hay un componente importante de detenciones selectivas dirigidas a minar las capacidades de organización y expresión de la sociedad venezolana.
Mi trabajo es leer estas denuncias, verificar información, catalogar, sacar estadísticas. En esta coyuntura he enfrentado emociones muy intensas: conmoverme con las imágenes de las protestas del 29, rabia y frustración, y luego intenso miedo al comprender la magnitud de la represión. Porque yo sé lo que es tener un familiar preso, sé que nuestro trabajo está en la mira del poder y no quiero poner a mi familia a pasar otra vez por el mismo calvario.
Entonces llegaron el insomnio o las pesadillas en las que es una foto mía la que circula en la Operación Tun Tun. El miedo es como un fango que te dificulta caminar y es un esfuerzo enorme arrastrar y mover cada pie. Así que poco a poco me iba paralizando. Traté de leer, a ver si uno entiende algo. Agarré La paradoja democrática de Chantal Mouffe, que me pareció sugerente, pero en ese estado no había concentración para leer o para escribir.
Finalmente, me armé de valor para retomar el trabajo. Aunque hoy me quedara en silencio, eso no borraría años de crítica al gobierno o el libro que escribí. Callar en realidad no podría protegerme de nada y en este momento mi trabajo es la denuncia. Hubo que respirar profundo para aceptar entrevistas o ser vocera en un evento de formación para las víctimas, pero aun no he logrado ir a una protesta. No soy tan valiente. No es que el miedo pasó, sino que toca aprender a vivir con él, a seguir trabajando pese a que este al acecho.
Quizás ustedes quisieran que yo les diga qué va a pasar, pero yo no tengo idea. Hay quienes creen que si otro hubiera sido el candidato, si se hubiera habido alguna negociación previa a la elección, el resultado habría sido diferente. Y en parte tienen razón: sin un candidato que desafiara abiertamente lo más probable es que se mantuviera la alta abstención y Maduro habría ganado cómodamente sin competencia real. No tendríamos esta represión, es verdad, pero la población se enfrentaría a la tragedia de seguir 6 años más sufriendo un gobierno que no tiene interés alguno en resolver ningún problema público, su único interés es seguir en el poder.
Mi hipótesis es que en cualquier circunstancia y con toda candidatura que fuera una amenaza real de verse obligados a compartir el poder, la reacción de Maduro habría sido la misma. Desde su óptica, ningún cambio político es aceptable, ni aunque fuera un candidato del Partido Comunista de Venezuela.
Lo que ha ocurrido ha sido un severo golpe al poder de Maduro. No tan fuerte para que haya tenido que aceptar la alternancia, pero lo suficiente para que quedara al descubierto su total falta de apoyo más allá del Ministro de Defensa y las armas que están bajo su mando. No sé si en esta nueva circunstancia, al traspasar el límite y mostrarse abiertamente contrario a la soberanía popular este gobierno va a ser capaz de gobernar otros 6 años. Las conversaciones con Lula y Petro no parecen haber logrado nada con Maduro, por eso no creo que el año que viene tengamos elecciones legislativas y regionales y, si las tenemos, dudo que los partidos de oposición puedan presentar candidatos y hacer campaña.
La gran pregunta es cómo va a resistir la sociedad venezolana, cuando casi toda forma de organización será proscrita y perseguida. Tenemos que aprender a vivir en la clandestinidad. Pero, ¿quién nos va a enseñar si ya han muerto todos los que debieron organizarse así a mediados del siglo XX? Tenemos muchos retos por delante para encontrar un camino y salir del autoritarismo. En este momento, esa es la única certeza.
Noticias para los lectores
¡Kairós. Sociología para llevar ya tiene su canal en YouTube! Aquí les dejo el episodio que grabamos antes de las elecciones. Suscríbanse, que cualquier día de estos nos enseriamos y empezamos a publicar regularmente.
Sentimientos y emociones compartidas. Sobretodo cuando sabes que el nivel de incertidumbre te vuelve a nublar el panorama. Desasosiego y pesadumbre es la realidad de una gran parte de la población que anhela un cambio. Te quiero mucho catira!!
Qué hermosa reflexión, mi querida Lissette. Me recuerdas que escribir bien, escribir algo que valga la pena, es tan simple como tener el coraje de decir la verdad. Un fuerte abrazo.