Testigos de un cambio de época
Vivimos en un sobresalto permanente, con noticias aciagas, con la democracia y los derechos humanos en riesgo por doquier
Estaba en Puerto Ordaz, conociendo a mi jefe en mi nuevo trabajo en Ucab Guayana cuando se estrelló el primer avión contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Acababa de regresar a Venezuela después de unos años en España. Mientras veía las imágenes en la televisión, esos aviones mínimos chocando contra aquellos rascacielos emblemáticos que habíamos visto en tantas películas, yo recordaba a los bárbaros frente al Imperio Romano. Esa fue entonces mi mejor metáfora para lo que estábamos presenciando: aquellos bárbaros, posiblemente despeinados y sucios, con menos riqueza y tecnología, terminaron desapareciendo a aquel imperio que se imaginaba eterno e inexpugnable.
Han pasado dos décadas y creo que podemos afirmar que no vino el choque de civilizaciones que profetizaba Huntington. Tampoco vino el fin de la historia, con la expansión de la democracia liberal por el mundo después de la caída del muro de Berlín, como habría creído Fukuyama. De hecho, los principales retos que enfrentan las democracias hoy no vienen de los conflictos internacionales, sino de sus propios fracasos. A Putin le interesa debilitar a Europa y Estados Unidos, qué duda cabe, pero no podría lograr allí mayor influencia si esas democracias no estuvieran ya paralizadas, incapaces de dar respuestas frente a los retos que suponen la globalización, las nuevas tecnologías, el cambio climático y la migración.
Con una mirada pesimista, ya en 2015 Pérez Reverte hablaba sobre el declive inevitable de Europa y Occidente. Les dejo aquel artículo desgarrador que les recomiendo leer porque muchas veces la lucidez es más posible en la literatura que en nuestro mundo académico que exige citar solo aquellas teorías que se consideran válidas en el entorno, todo bajo el cobijo de las métricas de evaluación, del arbitraje por pares y del doble ciego.
Los godos del Emperador Valente
Así como en 1989 mirábamos con asombro la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, ahora podemos estar casi seguros del fin del orden instaurado con el fin de la segunda Guerra Mundial. Gran Bretaña se separó de la Unión Europea, partidos de extrema derecha crecen en Alemania y Francia, la Organización de las Naciones Unidas, creada justo para promover la paz internacional, parece incapaz de hacer algo por los crímenes que se cometen en Ucrania y Gaza pese a las intervenciones y llamados constantes del Fiscal de la Corte Penal Internacional y el Relator Especial por el Derecho a la Alimentación. Nuestras instituciones internacionales, así como las nacionales, parecen poco eficaces para dar respuesta a los problemas de la vida real.
Los factores que intervienen en esta crisis de la democracia están muy bien resumidos en este reciente libro de Francis Fukuyama: el aumento de las desigualdades por el efecto de la globalización y el capitalismo financiero, la política identitaria, el papel de las redes sociales y la expansión de fake news se analizan bajo este prisma. Me sigue recordando El fin de las sociedades de Touraine y Modernidad Líquida de Bauman: nuestros sistemas políticos no parecen tener las capacidades para gestionar los cambios que están ocurriendo en las sociedades contemporáneas. Como mis colegas sociólogos, creo que las desigualdades están jugando un rol central y que el énfasis en el consumo y que las desigualdades de clase hayan dejado de estar en la base de las luchas políticas es lo que ha permitido que el descontento social se traduzca en xenofobia, nacionalismo u otras doctrinas extremistas. Es como si no hubiera otras formas de luchar por un mundo más justo.
En este contexto mundial, Venezuela tiene el dudoso honor de ser uno de los primeros casos de experimentación de cómo un líder carismático puede usar las instituciones y prácticas de la democracia para socavar el estado de derecho. Han pasado 25 años y los venezolanos tenemos hoy menos democracia y menos derechos garantizados que cuando nos quejábamos de los cogollos de AD y COPEI. Esa tecnología política ha sido útil no solo para Daniel Ortega en Nicaragua, también para Bukele en El Salvador. En cambio, Bolsonaro no fue tan exitoso, no logró reelegirse, y ya veremos cómo le va a Milei en Argentina.
Pero los coqueteos autoritarios de este rincón latinoamericano no son trascendentales para el mundo. En cambio, lo que vaya a suceder en Estados Unidos tendrá un impacto planetario. La democracia norteamericana logró resistir el ataque al Capitolio, pero quizás no sobreviva al actual proceso electoral, sobre todo después de la sentencia de la Corte Suprema de EEUU sobre la inmunidad presidencial y del atentado a Trump ayer. Para muchos, que ahora pueda presentarse a la vez como víctima y como luchador fuerte que sobrevive podría sellar su victoria en noviembre.
Pero las cartas no están echadas. En las recientes elecciones francesas, una alianza multipartidista logró frenar que la Agrupación Nacional de Le Pen pudiera obtener la mayoría legislativa. En Venezuela se logró un candidato unitario, pese a las múltiples trabas impuestas por el gobierno. Ya solo en dos semanas vamos a saber si esta oportunidad logra materializarse en un cambio político. Quizás también en Estados Unidos, la mayoría democrática y pacífica de ese país logre la coordinación necesaria para enfrentar la amenaza autoritaria.
En cualquiera de los desenlaces en las elecciones por venir, debemos tener claro que la democracia y los derechos no están garantizados aunque estén en las constituciones y en los tratados internacionales. Y también que las democracias no podrán sostenerse en escenarios de profundas desigualdades e injusticias. Las luchas no habrán llegado a su fin en caso de una victoria electoral; por el contrario, debe continuar la movilización para exigir que los líderes den respuestas a las necesidades reales de sus ciudadanos, para que nuestros derechos no sean solo promesas de campaña y letra muerta de nuestra legislación.
Noticias para los lectores
El hilo podcast preparó un muy buen programa sobre el contexto de las elecciones presidenciales de Venezuela. Allí me entrevistaron para hablar sobre el caso de mi papá. Lo pueden escuchar aquí.
Excelente, este y el artículo sobre tu papá me encantaron, este último más! Porque revela una realidad y una sensibilidad de tu parte muy bien trabajada. Gracias por mostrarlo