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Avatar de Andrés Zambrano

Apreciada Lissette la frase de tu texto "definir la identidad de la región... en oposición al poderoso vecino del norte" y el comentario de Gómez Calcaño me hace pensar en una élite del país con mentalidad colonialista. En donde la élite "habita en la metrópolis" y la población (el resto del país colonizado) es, el mejor de los casos, "clientes" con los que se puede intercambiar servicios o, en el peor de los casos, masa que puede utilizarse cuando es necesario para legitimar el orden político. En ambas casos, la población nunca se define como ciudadanos con deberes y derechos.

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Avatar de Hugo Prieto

Hay todo un dispositivo cultural que nos arrastra al populismo, no importa el signo. No hemos podido superar esa marca de nacimiento. Es como una maldición que nos persigue. Todos somos víctimas, pero no todos nos victimizamos. Disfrutamos de esa polaridad porque alimenta el populismo. Honestamente no sé si podamos erradicar esa dinámica. Da créditos políticos y suma votos en las urnas. Vamos como decía Lenin, un paso adelante, dos pasos atrás. El pueblo pobre, el pueblo víctima, el Cristo roto. En fin, mil y una justificaciones para no pedirle rendición de cuentas al intocable y mimado soberano. Cada quien tiene una responsabilidad. Entonces que la asuma y punto.

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Avatar de Luis Gomez Calcano

Excelente reseña, Lissette. Más allá del libro reseñado, deja aportes y preguntas importantes. Entre muchos otros, me llamó la atención este planteamiento:

"...no se trata de víctimas concretas de la violencia o las violaciones de derechos humanos, que hay muchas en América Latina, sino de la construcción del pueblo (o los indígenas, o las mujeres, o los afrodescendientes) como víctimas y el uso político de estas identidades por parte de experimentos populistas y autoritarios de toda índole durante el siglo XX latinoamericano."

Esta tendencia es característica de sociedades muy desiguales, donde la distancia entre pequeñas élites ilustradas (poderosas o ambiciosas de poder) y masas excluidas hace difícil la articulación organizada entre unos y otros, llevando a la tentación mesiánica. Y no solamente los populismos, sino también los movimientos revolucionarios (autoritarios aunque no son capaces de reconocerlo), reproducen esta tendencia en forma de vanguardismo. El destino de Martí se repite setenta años después con Camilo Torres y muchos otros intelectuales o estudiantes que se enrolaron en cruzadas redentoras sin conocer a ese pueblo que pretendían redimir.

Tu texto me hizo recordar afirmaciones quizás proféticas de José Agustín Silva Michelena en su libro de 1970, Crisis de la democracia. Creo que no necesitan comentario.

“En el Capítulo VIII de su libro [Exploraciones en análisis y en síntesis, Caracas, 1967] Bonilla examina la ideología de la élite venezolana con respecto a la masa y descubre que hay dos corrientes principales. La primera está integrada por aquellos que consideran a la masa como víctima de la estructura social injusta. Según éstos, el estado de ignorancia, indigencia y explotación en que vive actualmente la mayoría del pueblo venezolano (campesinos, habitantes de ranchos y obreros) es una consecuencia de la injusta estructura social y, en consecuencia, las medidas que con mayor frecuencia proponen son de tipo estructural: reforma agraria, industrialización y otras similares. Una proporción sustancial de los que comparten esta ideología estima que es necesario hacer un cambio profundo, pero la mayoría indica que la mejor vía es la de las reformas estructurales. Estiman, además, que éstas deben hacerse en un plazo que va de cinco a veinte años y que, aun cuando el país tiene recursos para emprenderlas, es necesario generar nuevos recursos. Sin embargo, señalan que la principal responsabilidad para adelantar estas reformas debe estar en manos del gobierno o de una élite responsable.

La segunda corriente ideológica es una reactualización de la sociología pesimista latinoamericana: esta corriente considera que la masa es más bien un lastre, porque es ineducada, salvaje y primitiva y que, por tanto, es necesario, primero que nada, educar a la masa, crearle hábitos familiares “decentes”, controlar la población para que no se expanda demasiado, en suma, contenerla.

La palabra clave de los que comparten esta ideología es "cuidado" porque en cualquier momento esa masa se puede desbordar y entonces sería el caos. Por supuesto, que estos individuos esperan sólo reformas evolutivas, a realizarse en un largo plazo, de más de veinte años y señalan que la responsabilidad de efectuar estos cambios está entre los empresarios.

Lo curioso es que ambas concepciones, tanto la de "víctima" como la de "lastre”, en la práctica conducen a la manipulación de la masa. O sea, a trabajar para la masa y no junto con la masa. Sólo unos poquísimos entrevistados reconocieron que la masa tenía su propia potencialidad para liberarse.”

José Agustín Silva Michelena. Crisis de la democracia. Caracas, Cendes, 1970, pp. 380-381.

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Avatar de Lissette González

No recordaba ese fragmento de Crisis de la democracia... Cuando leí ese libro estaba más pendiente de aquella encuesta pionera, buscando antecedentes para mi tesis doctoral.

Lo más triste de esa cita es que 50 años más tarde seguimos en el mismo lugar y los actores políticos (sin distinción de bando) siguen partiendo de esos mismos supuestos elitistas.

Gracias por comentar, profe, y ¡bienvenido!

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